En el año 1985, procedente de Osorno, me impuse que en esta zona se veían extraños aparatos aéreos, que por supuesto no eran aviones sin helicópteros, ni fenómenos naturales, ni estrellas fugases, ni estrellas. Ya en el Osorno, donde estuve trabajando desde 1978 a 1884, traía la experiencia de haber avistado unas cuarenta maquinas desconocidas, sin incluir que en verano, durante dos a tres semanas, preferentemente en enero, alrededor de las 22 horas, se desplazaban a una velocidad incalculable, una tras otra, tres objetos esféricos y brillantes, de no grandes proporciones, estimé unos 10 metros de diámetro, siempre de oeste a este, a unos 2000 metros de altitud, silenciosos, en la misma línea y trayectoria, que en escasos segundos se avistaban y se perdían de vista hacia Los Andes. Invité a presenciar esto a decenas de personas, quienes quedaron asombrados por estos hechos. Aclaro que estoy dedicado a ver y analizar el fenómeno ovni de 1965, cuando sirviendo en Puerto Montt, me enteré que en la madrugada del 31 de julio, en el sector de Pelluco, ante 70 testigos, un ovni de proporciones se había posado en tierra, y al elevarse nuevamente dejó un ollo de 60 metros de diámetro por uno de profundidad. Los testigos, muchos Jefes de Servicios Públicos, estaban en el velorio de la linda liceana Carolina Prêshle, de 16 años. Dos semanas antes, en la costa del mismo sector, atendí un aviso de tres objetos luminosos, de parte de recolectores de algas. A todo esto, señalo que yo me desempeñaba como Teniente de Carabineros.
Claro la afición la traía desde los 8 años, cuando vi caer un metereorito. Nunca más baje la vista del cielo. Esta experiencia también la tuve en localidades como Puerto Montt, Valdivia, Cherquenco y Galvarino.
Volviendo a Angol, para mejor análisis, dividiré el tiempo transcurrido en etapas.
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